Cronos acaba de llegar de fábrica. No es buen momento para sacar un disco, pero realmente, en estos últimos años nunca es buen momento, pero aquí está. Quiso nacer y habrá que dejarle que lo haga en formato físico, como hiceron sus hermanos, Intro (2016) y Nova (2017). Como siempre, me acompaña en este viaje el gran diseñador José Lameiras (petaón gráfico).
Cronos cierra una trilogía, junto a Intro y Nova. Intro, máquina del tiempo; Nova, máquina del espacio y Cronos, una vez explorado el más allá, máquina de cosechar que nos dvuelve a los orígenes, a lo terrenal, a nuestro planeta y a sus sonidos y a su música.
Cronos es la búsqueda del equilibrio, pivotando sobre dos ejes: izquierda-derecha y arriba-abajo.
¿Izquierda-derecha? Cronos nos propone ser protagonistas de un juego en el que, como Alicia a través del espejo de Lewis Carroll, todo lo que sucede en un lado tiene su reflejo metafórico en el contratio. Cada pieza de este disco tiene su hermano bastardo, su reflejo en el espejo, su medio pomelo, ya que las medias naranjas no existen en este mundo.
¿Arriba-abajo? Cronos, patrón griego de la cosecha, es, a la vez, la personificación griega de la cosecha. Porque este disco no existiría sin el tiempo, el metrónomo, la fuerza del pulso. Este tiempo que hace tirar hacia delante sin mirar atrás, que da ese empujón para lanzarse al vacío, que hace crecer lo plantado. Porque cuando una planta crece hacia arriba, buscando la lz, aparece vida también por abajo, en las raíces, en el inframundo, en las entrañas de la Tierra. ¡Y cuántas veces nos atrar más lo oculto que lo visible!
¿Te atreves a atravesar el espejo y a sumergirte en las entrañas de la Tierra?